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Mes: junio 2021

Forn, por Saccomano

Hace un par de años mi compañera me arrastró de urgencia, descoyuntado, a una clínica. Con el suero conectado, me resultaba graciosa la situación y te llamé. Atendiste: estabas también internado, también de urgencia, en Mar del Plata. Los dos, cada uno en su camilla, a cuatrocientos kilómetros uno del otro, más cerca que nunca, hablamos una vez más de libros. De Chejov, que era médico, hablamos. Y de William Carlos Williams, que también. Incurables. Corresponde aclararlo: no se nos veía tan mal. Seguiste nadando, caminábamos la playa todo el tiempo. Y nos jactábamos de nuestra apariencia saludable.

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El decapitado (Luppino/Pérez)

Surge una pregunta que guarda relación con el futuro de la literatura argentina:
¿qué hacer con la cabeza del decapitado?
a) Complejas estructuras narrativas.
b) No se puede responder.
c) Construirle un adoratorio.
d) Averiguar con preguntas al oído si el cuerpo del decapitado tampoco tiene piernas y brazos.
e) Esculpirle un cuerpo en granito para ser colocado en la Biblioteca Nacional en la Estación Belgrano.
f) Contarle los ojos.

(El autor no ha muerto:
hay que decapitarlo.)

Ariel Luppino, El decapitado (Golosina Caníbal, 2021)

Preguntas subsidiarias (ramal Literatura argentina y política):
– ¿Qué rol/función tiene el decapitado en la cefaléutica de la región platina?
– ¿Es, en su carácter de entidad veintiunesca, y respecto de sus predecesores, un redentor, un vindicador, un traidor, un actualizador, un actante más de una disponibilidad perenne y cada tanto habitada?

Si hay algo claro es que, en caso de que la eventualidad granítica consignada en (e) se sustanciara, el decapitado pasaría a formar parte de la toponímica del TRE.

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